“Cuando me contó que tenías un hijo y eras su nueva pareja, pensé que eras una “reconvertida”, que sería un hijo de una relación con un hombre. Pero, ahora que dices mami y mamá, claro, sois dos madres. Siempre había pensado que las parejas de mujeres son otra cosa, que están más unidas, que hay más complicidad, más equilibrio, que son más cercanas a los peques, que no se separan”.
No es la primera vez que me dicen algo así. El imaginario de cómo tienen que ser las relaciones entre mujeres es diverso. Muchas mujeres heterosexuales piensan en escenarios idílicos, lo que piensan los hombres da para algunos post más.
En definitiva, para muchas mujeres heterosexuales en una relación entre lesbianas no puede haber dificultades, porque son mujeres, porque se entienden mejor, porque sienten igual, porque se enfrentan a la vida de la misma manera, y porque cuando tienen hijos e hijas se entregan sin fisuras a su cuidado y educación.
En 2005 se legalizó el matrimonio entre personas del mismo sexo. España se convertía en el tercer país del mundo que lo hacía después de Bélgica y Holanda. Sin duda, un avance hacia la igualdad y el reconocimiento de los derechos civiles de las personas LGBTI. Pero el divorcio también está reconocido en nuestro país desde 1981, un derecho civil para todas las personas que se han casado, independientemente de con quién lo hayan hecho.
Entre 2005 y 2012, según datos del Instituto Nacional de Estadística, 25.239 parejas del mismo sexo contrajeron matrimonio. Lo que equivale al 1,7% del total de casamientos. 16.053 eran parejas de hombres y 9.186 de mujeres.
En estos años se han producido 5’11 divorcios por cada 1000 matrimonios entre parejas del mismo sexo (un total de 1290), frente a 8’56 en el caso de parejas heterosexuales. Y el índice de separaciones en parejas de lesbianas es de 5’73%, un punto más alto que en las uniones de hombres. Dicen quienes estudian las evoluciones sociales que las mujeres, lesbianas y heterosexuales, suelen ser las que interponen las demandas de separación, y aunque aún no hay una explicación para esto, se plantea la hipótesis de que cuando la pareja va mal, las mujeres prefieren tomar una decisión definitiva en vez de dejar pasar el tiempo.
Este post no va a servir para encontrar las siete diferencias entre parejas o familias heterosexuales y homosexuales, particularmente las de mujeres. Y casi me veo en la obligación de informar que las lesbianas con hijos e hijas también se separan. Ni más, ni menos. Como buenamente pueden, con dolor, con ajustes, con empobrecimiento, con duelo, con sensación de fracaso, con mucho cuidado para que los hijos e hijas no sufran. Pero también, en casos, con rabia, con enfado, con chantaje. Nada original, más o menos como todo el mundo.
Espero no desilusionar a las mujeres heterosexuales que cuando tienen problemas con sus parejas y comparan con lo que le pasa a la tuya, te dicen: “No me digas eso, yo por lo menos pensaba que entre vosotras las cosas serían distintas”. Yo intentaría aprender de esto, porque si una relación funciona o no, no depende del género de nuestra pareja, sino de cómo establecemos las relaciones humanas