Los secretos sexuales son algo más que mentiras dichas para evitar un castigo durante la infancia. Constituyen la consecuencia inmediata del sistema de aprendizaje de la vida sexual que se imparte a las niñas en los países católicos. Lo más importante que aprendemos sobre el sexo no son determinados actos o palabras técnicas, sino más bien el significado intrínseco de la propia sexualidad. A la mayoría de las chicas nos han imbuido que sentir atracción erótica por otra mujer es anormal. Nos han enseñado a considerar que es mala nuestra curiosidad en este campo y las preguntas que podamos formular acerca de este tema.
Naturalmente, nos sentimos obligadas desde la adolescencia a esconder nuestros pensamientos, sensaciones y comportamientos a este respecto. Y es que vivimos en un mundo que fomenta los secretos más recónditos a nivel sexual. Estos secretos no nos protegen ni nos hacen vivir mejor como podría parecer en un principio. Al contrario, el secretismo y la ocultación no hacen más que destrozar nuestro auténtico yo sexual, al mantenerlo oculto, ignorado, reprimido y deformado.
Las niñas se castigan a sí mismas por los pensamientos eróticos respecto a su profesora o su mejor amiga, mientras tratan desesperadamente de no masturbarse y se sienten muy culpables.
¿Quién entre los ocho y los quince años no ha tenido secretos sexuales que ocultar a mamá?
¿Hay alguien que a los treinta no tenga secretos para su pareja, su amante o su mejor amiga?
¿Cómo llegamos a desarrollar tanto secretismo en cuanto al sexo?¿En qué momento
sucede y por qué?
¿Qué son, en definitiva, los secretos sexuales?
