“Cambia... todo cambia”, nos dice Mercedes en su canción, y aunque soy un devoto seguidor de su poesía hecha música, he de refutarle, con mucho respeto y cariño la frase para decir que el cambio es una ilusión, porque las cosas van y vienen en un vicioso círculo donde las tendencias se imponen con cada generación que surge.
No hay nada nuevo bajo el sol, y si algo nos parece una novedad probablemente se deba a la ignorancia misma que como sociedad tenemos sobre la historia, y quien desconoce la historia está obligado a repetirla.El tiempo mismo no es más que una concepción irreal, un espejismo en medio del desierto de la incomprensión humana, ignorante de su cosmogonía y apocalipsis, o del significado mismo de su presencia en este plano material.
Hace unos días mientras degustaba un café con un amigo, a quien visito de vez en cuando en la ciudad de los 44; en una de esas amenas tertulias de las cuatro de la tarde, tocamos el tema de la moda, y su ir y venir, y de cómo somete al genero humano a una despiadada esclavitud y cómo el hombre es un homofóbico irredento, me dijo:
– Puta che, dentro de poco va a ser la moda ser marica ¿te imaginas un mundo donde el presidente los diputados y todo mundo sean locas?
Como estaba a medio trago de café no tuve más remedio que escupirlo encima de la mesa, impulsado por un ataque de risa, me imaginé a los padres de la patria con carterita rosada y caminando afeminadamente.
Cuando me hube disculpado continuamos analizando el tema con un poco más de seriedad.
– Es cierto –me dijo-- es algo que tenemos a la vuelta de la esquina, y ante la fuerza de la evidencia no hay alternativa sino dar el brazo a torcer… El día, las horas son las mismas que hace un par de siglos, se han mantenido así por eones, no han cambiado, es igual que en los primeros días del hombre y los momentos álgidos de la sociedad maya, inca, azteca, y de la santa inquisición, pero hay cosas que no son tan estáticas y constantemente están en un permutable truque, algo que nos hace diferentes al resto de los animales, hablar, pensar y discutir ideas, pero la moda del homosexualismo es un cambio se siente y se respira en el ambiente…
– Pero eso no es un escándalo –le dije-- ser homosexual ya estuvo de moda en la antigua Grecia, es más, era tan común que ni siquiera tenían una palabra para nombrarlo.
–¿Pero por qué te vas hasta la Grecia clásica? Da un vistazo unos años atrás, cuando el simple hecho de ser metrosexual era mal visto y ahora es de lo más común que un hombre se depile las cejas y use rímel en los ojos. ¡Ahora está de moda! Yo siempre he respetado las opiniones de los demás, aunque no esté de acuerdo, sobre todo si estamos conscientes que la verdad absoluta no la conocemos. La certeza definitiva es incluso un paradigma de contrapuntos lógicos, no sabemos si el homosexualismo es el próximo paso en el ciclo evolutivo del hombre.
Pero si hablamos sobre las preferencias sexuales de los seres humanos caeríamos en una interminable espiral de opiniones encontradas, donde cada quien cree tener la razón en lo que piensa, y aunque biológicamente no se haya comprobado nada ni a favor de los unos o en contra de los otros, es un hecho incuestionable el crecimiento de la comunidad homosexual en el país, cada dia es más visto como algo normal, algunos como una alteración genética, para otros como el inevitable resultado de una cultura narcisista donde la adoración por nuestros propios cuerpos y el bombardeo publicitario de los medios de comunicación.
La iglesia mayoritaria, que antes se oponía radicalmente, ahora parece haber bajado la guardia y suavizado su sermón a uno más tolerante, cuando antes, durante los días del santo oficio, los homosexuales eran quemados en la hoguera al lado de los herejes y las brujas.
Años atrás, tener un hijo gay era la pesadilla de cualquier padre, ahora es visto con indiferencia y hasta con aceptación.
Las modas van y vienen, algunas se quedan y otras desaparecen con el transcurso del tiempo; antes ser “macho” era el diario vivir de los hombres, hasta que nos dimos cuenta que las féminas querían ser escuchadas, que deseaban un hombre dulce y comprensivo a su lado, alguien con quien pudieran platicar, alguien que llorara con ellas en los momentos difíciles.
No querían un desaseado prototipo de neandertal al lado suyo por las noches, sino un bien afeitado y perfumado homo sapiens que les hiciera el amor y no el sexo animal y egoísta donde el coito femenino no importa, entonces los metrosexuales, idealizados en el estereotipo del inglés David Beckam hicieron su aparición en las tablas del mundo moderno, una moda que llegó para quedarse por largo rato, porque cada vez a los hombres nos gusta más vernos bien.
No estoy en contra de que alguien tenga una preferencia sexual diferente a la mía, y muchos de mis mejores amigos pertenecen a la comunidad del arcoiris, y cada día son más los que se animan a salir del clóset donde habían sido encerrados por generaciones de oscurantismo religioso, (sobre lo cual he hablado en tratados anteriores) más bien me amparo en la famosa frase del “Beatle” aquella frase que encierra mucha sabiduría, y quizá la llave que logre las paz mundial: “Vive y deja vivir”
¿Ser homosexual es la próxima moda?
Quién sabe, veremos qué curso toman las cosas. Aun queda en el mundo mucha intolerancia para con el prójimo.