Retales...


Cortesía de: Cereza

A veces me sorprendo a mi misma con algún brote de homofobia interiorizada que anda pululando en mi pensamiento interior.
Fue hace unos días que me sorprendí cuando vi a dos niñas en un parque haciéndose cariños y besándose abrazadas. 
Una de ellas no tendría más de quince o dieciséis años y la otra más pequeña unos trece. Y me sorprendí pensando si no estaría aprovechando la mayor de la ingenuidad de la pequeña. 
En un primer momento no me pareció que mi pensamiento fuera extraño en mi, pero al rato me soplo el aire una pregunta, ¿si en vez de ser dos niñas hubieran sido una pareja heterosexual, habría pensado lo mismo? Y la respuesta es que no, tal vez si hubiera pensado que son muy jóvenes todavía para meterse en estos berenjenales, pero no hubiera pensado en astucia e ingenuidad como lo hice.Cuando los prejuicios están tan introducidos en la cultura propia, son como corchos en el agua, tratas de llevarlos al fondo del mar y cuando sales están de nuevo ahí, emergen antes que tu. Al menos creo que me di cuenta de la procedencia de aquel pensamiento, pero ¿cuantos más se cuelan en el día a día y no los percibo? 


Prejuicios de todo tipo, que caminan mano a mano con mis defensas y que en algunos casos son similares a mi alergia, están tan confundidos que hasta las flores les parecen terroristas, ven enemigos hasta en lo más dulce.