Según la socióloga Pepper Schwartz las relaciones sexuales en parejas de lesbianas que llevan juntas más de dos años desaparecen o se vuelven casi inexistentes.
El apagón en la cama o “Lesbian Bed Death”, es un término acuñado por la socióloga Pepper Schwartz en su libro American Couples (1983), en el que trata las relaciones sexuales de parejas lesbianas, gays y heterosexuales. Según dicha autora, las relaciones sexuales entre mujeres que sostienen una relación de más de dos o tres años, se vuelven casi inexistentes o disminuyen su periodicidad considerablemente hasta el punto de no mantener relaciones en meses y años.
Schwartz encontró como causas de la pérdida de apetito sexual en las parejas lesbianas la propia interacción entre los miembros de la pareja: dos mujeres que están involucradas en una relación de intimidad y convivencia durante mucho tiempo, tienden a asimilarse como compañeras y amigas, dejando las relaciones sexuales en un segundo y tercer plano, es decir, priorizan el ser amigas antes que amantes. ¿Por qué en concreto este fenómeno se produce más entre parejas lesbianas que entre heterosexuales u hombres gay? La respuesta radica en la impronta y carácter femenino mismo, que tiende a crear fuertes vínculos de complicidad y amistad con su propio género, mientras que los hombres no llegan generalmente a considerar a sus parejas como amigos, tanto en relaciones heterosexuales como homosexuales, facilitando de ese modo el continuar viendo a sus parejas como activo sexual.
Ahora bien, ¿son estas conclusiones reales, o se basan en un mito socio-cultural alimentado por una sociedad patriarcal y machista?
No son pocos los estudios que han buscado una repuesta o contrapunto a las conclusiones de Schwartz, sucitando una gran controversia entre los sexólogos, sociólogos y las mismas lesbianas, que no están muy de acuerdo con sus afirmaciones. Para algunos sexólogos, como Patti Geier, el estudio realizado por Schwartz debería especificar de un modo fehaciente qué está definiendo la autora como “relación sexual”, ya que es éste el punto trascendental sobre el que se basa el estudio. Dicho de otro modo, ¿qué entiende como referente de relación sexual Schwartz? Parece más o menos vislumbrarse a la luz de los estudios correspondientes a parejas heterosexuales y gays, que las relaciones sexuales llevan implícito el hecho de la penetración como culminación y término de la misma, de modo que sin ella, no existe una relación sexual completa, sino una serie de acercamientos íntimos que incluyen caricias y juegos preliminares. Este punto podría segmentar la unidad del estudio si consideramos el hecho de que existe un número considerable de parejas lesbianas que no concluyen sus actos sexuales con penetración, aunque sí con orgasmo. Cabría pues la necesidad de redefinir la sexualidad femenina (tanto mujer-mujer, como mujer-hombre) desde un ángulo alejado del “falocentrismo” ; si entendemos, como parece obvio, que las relaciones sexuales no dependen de la penetración (visión próxima a las ideas de sexualidad unida a la procreación) sino de la consecución del placer/orgasmo, e incluso intimidad y complicidad sexual, hecho que no es de ningún modo equiparable ni definible respecto a la situación en que existe un elemento masculino en la pareja, puesto que el hombre define su sexualidad en torno al pene y por lo tanto, la penetración.
Ahora bien, si continuamos aún así en la línea de estudio de Schwartz, ¿podemos realmente concluir que efectivamente hay una pérdida de apetito sexual en las parejas lesbianas en concreto, o podríamos también hablar de mujeres heterosexuales? Es un hecho contrastado que las mujeres pierden en general el apetito sexual conforme pasan los años en pareja, mientras que es más habitual que los hombres lo mantengan, lo que conlleva que muchas de ellas mantengan relaciones para complacer a sus parejas. Pero, ¿qué ocurre si ambas son mujeres y están satisfechas con su situación íntima? ¿Es realmente imprescindible una relativa periodicidad de encuentros sexuales para la mujer o puede ser ésta sustituida por intimidad y otros factores de complicidad que acompañan a la pareja? No cabe duda de que el sexo es fundamental en la pareja, y en la mayoría de los casos, un indicador del estado general de la misma, de hecho, como revela la sexóloga Patti Geier, muchas parejas acuden a su consulta para solucionar la pérdida de la libido. “Las dificultades para comunicarse pueden tener un gran impacto en una relación de muchos modos: el sexo es uno de ellos. […] Las discusiones, el culpar a la otra y las críticas bloquean la apertura de la pareja y evitan que se hagan vulnerables. Estar a la defensiva no favorece la intimidad sexual”, afirma. “Asimilarse es otro factor que puede llevar a la disminución de la actividad sexual. Muchas personas confunden la intimidad con asimilarse. La diferencia es que la intimidad requiere dos personas que sean independientes y tengan sentimientos, pensamientos, intereses y necesidades propias. Requiere que cada individuo de la pareja respete y acepte las diferencias con el otro”.
Esta última conclusión podría ser una pista ineludible para muchas parejas de lesbianas que sufren “apagón en la cama” puesto que son muchas las que tienden a asimilarse hasta tal punto, que ser amantes deja de existir para convertir a la otra en una “hermana” con la que compartir todo.¿Existen soluciones? Sí, pasando o sin pasar por terapia de pareja, existen soluciones que implican un alto grado de compromiso y esfuerzo por ambas partes. Es habitual que una de las partes sea más proclive a asentar las bases de la relación o dominar, si así quiere decirse, y es necesario que sea esta parte, y no la otra, como podría parecer a priori, la que infunda mayor nivel de compromiso a favor del restablecimiento de la actividad sexual. Geier, sugiere a sus pacientes los siguientes puntos de partida:
No hay que evitar hablar de sexo: Es necesario tener tiempo para la intimidad. Ser sensual con la otra si el sexo es muy problemático.
Planear una cita que implique sexo. Hay que convertir al sexo en algo tan importante en la pareja como cualquier otra actividad que se haga juntas.
Ser conscientes de que habitualmente, se evita el sexo con excusas como estar muy cansada y ocupada.
Experimentar con el sexo. Lo nuevo es excitante. Conoce tu cuerpo y lo que te gusta. Averigua lo que le gusta a tu pareja. Adopta una actitud que no prejuzgue la experimentación.
No hay que evitar los problemas que existan en la pareja, sean o no sexuales. Hay que resolver los conflictos para que no se acrecienten.
Reconoce cuando necesitas ayuda y comunicación con tu pareja. Planifica cómo afrontar los problemas de manera conjunta.
No cabe la menor duda de que a todas nos parece más fácil leer estos consejos que ponerlos en práctica, no obstante, parecen establecer un camino hacia la comunicación necesaria para restituir la salud en pareja.
El ritmo de vida actual, los conflictos ajenos a las parejas, la sociedad, las discusiones, la fatiga, el estrés, los horarios de trabajo, los compromisos, las tareas… todo aquello que confluye en la vida de una pareja y que se interpone en modo de convivencia con lo sexual, nos sirve de caparazón y excusa; quizá es el momento de dejarlo todo a un lado y dedicar un día, un rato, a la persona que amamos y sacarle una sonrisa. Si nos olvidamos del YO, puede que veamos el TÚ y el NOSOTRAS.
Un último consejo personal: la verdad tiene tres caras, la mía, la tuya y la que nadie ve, así que pongámonos a buscarla a través del diálogo y la empatía.