Como se entrega una mujer...

Las viejas costumbres señalaban que la mujer debía entregarse a su pareja para disfrutar de su sexualidad. Desde los cuentos de la infancia había que esperar a que llegara "el príncipe azul" para que nos despertara del sopor y del sueño. Todo dependía de él y a él había que ``entregarse'' para que nos liberara del sopor.

¡Qué difícil es cambiar las costumbres! "El principe" en la sexualidad moderna a veces resulta ser "princesa"...

Cuando la mujer es activa y propone juegos y caricias, los hombres tienen dificultad en aceptarlo. No quieren perder el rol dominante. Su poder sexual. Afortunadamente este no es el caso cuando se trata de parejas del mismo sexo, especificamente, lesbianas.. Ellas mueren en asumir un nuevo rol para defender su goce. Un goce al que lamentablemente estaba desacostumbradas ya que la mujer ``debe'' pensar en los demás, no en sí misma.

Algunas mujeres tienen una imagen ideal, casi mística del encuentro sexual: se entregan para que su pareja les provoque un orgasmo del que son ajenas. Si funciona, todo resulta bien. Pero si falla, son ellas las que se acusan de la falla. 
En la creencia de la naturaleza pasiva --e imperfecta-- de la mujer, y ante la expectativa de que su pareja las despierte y lleve al goce, algunas cambian de compañera en la búsqueda infructuosa de aquélla que les ``dé'' el orgasmo, mientras que otras, para mantener la estabilidad, renuncian a su propio placer.

En los caminos de la excitación, la mujer debe encontrar los suyos propios y recorrerlos. Y expresarle con detalle a su pareja lo que desea y necesita para su goce, sin creer que su pasión descolocará a la otra parte, que tambien es mujer, y la debilitará.
Pero si la mujer no se compromete con su excitación, o no conoce los estímulos que la despiertan, le será difícil sugerir, indicar, llevar a la contraparte a acoplarse a un placer que debe ser para ambas.
Las mujeres que participan con su deseo del encuentro tienen una sexualidad muy placentera y un alto porcentaje llega al orgasmo con estímulos eróticos, propios y/o compartidos, o penetraciones ardientes. Estas mujeres y sus compañeras han vencido el prejuicio de que la mujer que es activa y se ocupa de su propia satisfacción, no se entrega a su pareja, porque es "egoista".
Siempre se habla de la entrega de la mujer; pero, realmente se logra?... Tambien hay un alto porcentaje de las que fingen para satisfacer a su pareja ("falsa entrega") Y, aunque los tiempos cambian, los prejuicios son difíciles de cambiar cuando se trata de la sexualidad, siempre habra una femina que defienda naturalmente su derecho al propio goce. 

La entrega sí existe cuando el encuentro sexual es el complemento de placeres propios y ajenos, de igualdad de derechos para el goce, de caricias que nacen del erotismo propio y del estímulo erótico despertado por la otra parte. Un encadenamiento de disfrutes espontáneos o juguetonamente creados, siempre tras la búsqueda del deleite tuyo y mío; mío y tuyo.